Prólogo/Profecía
Susurros de la Sangre Antigua... Contados a través del sueño de Elowen... o posiblemente un recuerdo... el hechizo oculta la verdad...
El mundo alguna vez fue uno solo. Antes de que la magia se fragmentara y se derramara en la tierra como divinidad derramada. Antes de que los dioses y diosas se volvieran unos contra otros, eligiendo bandos, creando criaturas, susurrando poder en hueso y alma.
Ahora el mundo está dividido. Por especies. Por sangre. Por dioses. Los Hombres Lobo y Licántropos fueron los primeros guerreros de la Luna. Creados para cazar en la oscuridad, para proteger el equilibrio entre depredador y presa. Caminan en dos patas, pero sus almas corren en cuatro. Los Licántropos caminan en dos patas. Son fuerza, lealtad, instinto.
Se inclinan ante la Diosa Luna, cuya luz plateada despierta su poder y los une al destino. Las almas gemelas eran comunes... un alma nacida en dos cuerpos. ¿Ahora? Raras. Desvanecidas. Rotas por siglos de derramamiento de sangre.
Las Brujas y Magos fueron esculpidos de las raíces del mundo. Hijos de la Diosa Tierra, su magia late con el ritmo de la naturaleza. Pociones, hechizos, comandos elementales... Manejan la creación como una espada.
Pero se dividieron hace mucho tiempo. Hombre y mujer. Mago y bruja. El orgullo los fracturó. Se esconden en bosques, en ruinas, en las viejas líneas de sangre de Escocia. Cada año nacen menos. Su magia es fuerte, pero sus corazones están cansados y anhelan conexión.
Los Fae nacieron de la luz de las estrellas y la travesura. Su reino es una entidad viva y respirante... un planeta mágico propio, gobernado por cortes elementales y ambición salvaje. No envejecen como los mortales. No aman fácilmente. Pero cuando lo hacen, es eterno.
Los Cambiaformas Dragón responden solo a sus propios dioses. Adoran el Cielo y el Tesoro. Su poder está ligado a los elementos, al tesoro acumulado y a la llama antigua. Cada dragón lleva un elemento... fuego, tormenta, hielo, tierra, agua, aire.
Los raros... poseen más de un elemento. Estos Cambiaformas Dragón gobiernan a los demás. Luego están los verdaderos dragones, que no cambian de forma y hablan telepáticamente. Responden solo a su Rey y a un jinete si tienen uno.
Los Vampiros... son dioses malditos en piel mortal. Fueron creados por la vengativa Diosa de la Sangre... una oscura rebelión contra la luz y la pureza. Sus números han disminuido, pero su fuerza permanece. Una gota de sangre fae puede darles magia elemental. Un sabor de sangre de lobo, y ven tus recuerdos.
Su Diosa de la Sangre es malvada. Engañosa, demandante de sangre constante y sacrificio y poderosa. Ella es la podredumbre entre el velo.
Los Vampiros son rápidos, eternos, temidos por todos... y confiados por nadie. Disfrutan del miedo y el dolor y esparcen oscuridad por todos los reinos.
Los Cambiaformas Bestia, leones, osos y zorros fueron obsequiados por el Dios Sol, son poderosos durante el día, ligados al instinto y la curación. Son raros, pacíficos y privados, viviendo escondidos en el norte. Sus manadas son gobernadas por la unidad, no la dominancia. Las bestias son los verdaderos sanadores y pacificadores. Pero incluso la paz tiene su precio.
Los Híbridos nunca debieron existir. Los dioses advirtieron en contra. El cuerpo no está hecho para contener dos especies. La magia lucha. El niño muere.
Pero a veces... una diosa interviene. Y cuando lo hace... un híbrido vive.
Poderoso. Cazado. Prohibido.
El Protocolo Aegis, una organización dirigida por humanos y Vampiros envuelta en mentiras y falsa paz, caza y captura a cualquier híbrido que encuentra. Usan su sangre. Los crían. Los abren para ver qué los hace divinos. Intentan crear una especie de súper híbrido, para desagrado de los Dioses.
El Credo Hueco es peor... humanos que matan por deporte, que ven la magia como una enfermedad y una plaga. Han destruido manadas enteras, quemado covens de brujas hasta convertirlas en cenizas, capturado dragones en pleno vuelo y convertido en trofeos. Enjaulan y matan sin piedad. Hombres, mujeres, niños. Cualquier cosa no humana.
El mundo mágico está muriendo... no por la guerra entre criaturas, sino porque están demasiado divididos para salvarse. Separados durante miles de años, alejándose de las Viejas Costumbres.
Pero hay una profecía. Una susurrada desde los huesos de la luna, grabada en piedra fae y enterrada en la llama del dragón.
Un hijo de lobo y fae.
Nacido bajo una luna de sangre.
Marcado por la magia y el destino.
Un recipiente para la Diosa Luna misma.
Llevará cinco marcas.
Cinco compañeros.
Cinco especies.
Quemará las jaulas.
Aullará al mundo para unirlo de nuevo.
Si sobrevive.
Y en algún lugar, tres días antes de su decimoctavo cumpleaños, en el cuerpo de una chica con ojos color cielo y un lobo demasiado consciente... esa profecía se agita.
Y la caza comienza.








































































































































