¡Sí, jefe!

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Capítulo 30: En el que tiene las manos atadas.

—¿Qué...?

Miré las fotos, con el corazón roto al pensar que era demasiado tarde. Podría haber hecho algo antes, pero ahora no puedo. Es demasiado tarde. Mis manos están atadas. Le prometí a Sam, mi gemelo, mi sangre, que no le contaría a Nate nuestro secreto y ahora no puedo decirle nada.

¿Por qué...

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