DE MUÑECA SEXUAL A ESPOSA DEL CEO

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4/ NO ESTOY SEGURA

Conforme nos íbamos acercando a aquel lugar, me decía que debía de estar loca para hacer una cosa así. Cuando Sandra aparco el coche y bajamos, nos fijamos en aquella casa, que más que una casa era una preciosa mansión.

—- ¿Te vas a echar atrás Aurora? —- preguntó mi amiga.

—- No lo se, debo de estar muy loca para hacer esto — conteste

Las dos nos acercamos a aquella mansión viendo a una mujer de unos cuarenta años sonriendo mientras nos mirábamos las dos.

—- Buenas noches preciosas, bienvenidas a mi casa —- nos dijo.

—- Hola buenas noches, somos Sandra y Aurora —- dijo mi amiga mientras mi cuerpo temblaba como la gelatina.

—- Entrar por favor, seguro que algún caballero pujará bien por cada una de vosotras — nos dijo haciendo que la acompañáramos hacia el interior.

—- Ahora si Sandra, yo me marcharé de aquí — le dije cogiendo mi amiga mi brazo para que no me fuera.

—- Piensa en tu madre, ¿quieres que se muera? hazlo por ella no por ti — me dijo mi amiga.

Cuando entramos hasta el fondo de la casa, abrió una puerta donde habían varias muchachas, entrando nosotras dos algo intrigadas.

—- Tranquilas, las personas que van a pujar son muy discretas y de lo mejor que hay en la élite de los ricos — nos dijo aquella mujer.

—- Es nuestra primera vez, por eso estamos tan nerviosas — le comente.

—- Tranquilas mis niñas, aqui las muchachas que vienen es porque necesitan el dinero, pero se que os tratarán muy bien los pujadores — respondió.

—- Sandra no me gusta esto, quiero marcharme — le susurre a mi amiga.

—- Tranquila, ven vamos a coger una copa de champán y así te tranquilizas un poco —- me contestó mientras nos acercabamos a la gente que estaba en aquel lugar.

Mientras mi amiga hablaba con un hombre muy guapo que había entre todas aquellas personas, yo me fui dando un paseo con mi copa en mi mano intentando relajarme mirando al suelo hasta que tropecé con uno de los hombres que habían.

—- Lo siento no era mi intención mancharle de champagne,--- le dije cuando me di cuenta de que tenía el traje mojado.

—- Tranquila no pasa nada, me llamo Dario —- me dijo tendiendome la mano.

—- Yo me llamo Aurora — le dije correspondiendo a su saludo.

Segui dando un pequeño paseo sentandome en un sillón que había para terminar de beber la copa de champagne.

—- ¿Quieres huir de aquí cariño? —- escuche la voz sensual y varonil que jamas habia escuchado de un hombre

—- Perdone, pero no lo conozco de nada, ¿porque me hace esa pregunta señor? —- respondí.

—- Me refería a la fiesta ¿no es lo que deseabas verdad? —- me dijo.sentándose a mi lado en otro de los sillones que habían.

—- He venido aquí porque tengo fuertes motivos —- le dije.

—- Tu no te pareces a las otras mujeres que hay, ya tiene que ser fuerte el motivo, para que te expongas a la puja —- me comento– Me llamo Adrian, ¿puedo saber tu nombre? — pregunto.

—- Me llamo Aurora — le dije.

—- Encantado de conocerte Aurora —- fue lo último que hablamos mientras nos bebíamos nuestro champagne.

—- Aparte de esta puja, me gustaría conocerte más fuera de aquí — me comentó haciendo que le sonriera.

—- ¿Tu has venido para pujar Adrian? — pregunte.

—- Si, pero lo haré solo para conseguirte a ti —- me dijo.

—- Yo valgo dos millones, no creo que puedas pujar por eso — le comente mas tranquila

—- Eso son dos semanas completas como mínimo Aurora, ¿estás dispuesta a ser mía ese tiempo? —- me pregunto.

— Yo he venido para que solo sean dos días, no puedo quedarme contigo tantas semanas — respondí.

— Voy a pujar por ti dos millones, creo que tengo derecho a tenerte el tiempo que desee ¿no te parece? — me dijo mientras los dos nos mirabamos fijamente a los ojos, viendo unos preciosos ojos de color azul, que brillaban con la luz de la luna.

—- No creo que pueda, tengo cosas que hacer fuera de aquí, además no tengo ropa para cambiarme — le comente.

—- Si me dices que si, por la ropa no te preocupes, mañana tendrás varios vestidos y lencería a tu disposición — me comentó.

—- Supongo que me llevarás a tu casa si me voy contigo — le respondí.

—- Aurora, no pienses que solo follaremos, vivirás en mi casa como mi invitada — me dijo dejandome algo más tranquila.

Me quedé callada, pensando que con ese dinero podría pagar la operación de mi madre, su medicación y devolver el dinero que me habían dejado mis amigos, a parte de tener seguro el alquiler del piso donde vivíamos por lo menos durante un año.

—- Entonces qué me dices pequeña ¿quieres que puje por ti? — me dijo acariciando mi mejilla con sus dedos.

—- Si pujas por esa cantidad, será tuya el tiempo que me has dicho — le dije mirándonos fijamente.

—- Lo seras, te lo aseguro pequeña, eres muy dulce y ya estoy deseando tenerte en mi cama —- me susurro al oído.

Nos levantamos los dos de los sillones, saludándonos con las manos, acercandome a su cuerpo sin dejar de mirarme.

—- Vas a estar bajo mis condiciones, con mis reglas, mis deseos sin poder negarte a nada que yo desee hacerte una vez que bajes de ese escenario y vengas a donde yo este — me dijo

—- Ya te he dicho que aceptaré cualquier cosa que me mandes —- le comente– necesito con urgencia el dinero Adrian —

Cuando me tocó el turno de que pujaran por mi, las piernas me temblaban, mi cuerpo era de gelatina y no dejaba de sudar por las luces que habían iluminandome.

Empecemos la puja por esta señorita — dijo una mujer.

Pujaron desde doscientos mil dólares, subiendo cada vez más, mientras yo intentaba ver donde estaba el hombre con quien estuve hablando en el jardín hasta que escuche su voz tranquilizándome un poco.

—- Dos millones — escuche la voz de Adrian, viendo como los hombres que habían lo miraban sorprendidos por la cantidad que dijo

Cuando la mujer dio un golpe con aquel mazo, sabía que ya pertenecía a Adrian, baje de aquel escenario dirigiendome hacia donde estaba el, viendo muy enfadado a uno de los que también pujaron por mi., a Dario. Al llegar donde se encontraba Adrian, puso sus dedos en mi barbilla para que lo mirara, viendo una sonrisa de medio lado en sus labios.

—- Te dije que serias mía dos semanas, vámonos de aquí, voy a enseñarte dónde vas a vivir ese tiempo — me comento cogiendo mi mano para marcharnos de aquella mansión.

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