03 Una noche en Nueva York
Savannah
Estaba acostumbrada a venir a Nueva York con mi madre, ya que fue aquí en donde Alicent vivió parte de su adolescencia y de adultez, hasta que conoció a mi padre. Luego de que se casó con él, mi madre venía para asistir a eventos y fiestas de sus amigas, por supuesto nunca me dejaba, la mayor parte del tiempo éramos ella, la niñera y yo. Después que crecí éramos solo nosotras dos viajando por todas partes, pero cuando cumplí la mayoría de edad tuve toda la libertad de su parte para ir a donde yo quisiera.
El apartamento” donde me estoy hospedando es uno que mi padre le rentó a mi madre, un lugar costoso en Manhattan, pero cuando me vine a Nueva York, le pedí permiso para hospedarme aquí, de todos modos será uno de los lugares que le voy a exigir qué me entregue.
No quiero llegar a eso con él, pero me dolió saber que un día me daba todo y al otro no me dejó nada. Un asunto que me molestó y decepcionó. Todavía estoy pensando el porque de su decisión.
Ya la noche se hizo presente y me encuentro en el closet mirando qué vestido es el adecuado para usar esta noche. Karen me comentó que era una fiesta con personas importantes, por lo tanto, los trajes de gala están descartados, pero debo verme bien y decente.
Paso vestido tras vestido, la mayoría sin usar, ya que mi madre se encargaba de donar los antiguos vestidos y llenar el closet con nuevos modelos.
Después de unos minutos, me detengo frente a un vestido largo de seda color ocre con tiros y un elegante escote tipo V. Lo miro pensativa y decido elegirlo.
Recién llegué del salón de belleza, por lo tanto, me falta una ducha rápida y empezar a vestirme. Por suerte el irme a estudiar lejos de mis padres me sirvió de ayuda para aprender cómo sobrevivir sola, aunque siempre he tenido servicio, aprendí a maquillarme sin ayuda de alguna persona profesional, eso también lo aprendí en mi escasa experiencia con el modelaje. En estos momentos necesito una maquillista, pero logré resolver yo sola.
Luego de una hora y media preparándome ya estoy lista, maquillada, con perfume y una cartera negra de mano.
Sigo mirándome en el espejo gigante del closet. El escote revelador en mi espalda se ve elegante y el cabello recogido fue la mejor elección para lucir el vestido de tiros finos que hace relucir mis hombros.
Mientras espero que pasen por mí, me tomo algunas fotos. Luego de elegir las que más me gustan decido subir una a las historias de mi Instagram.
Mi madre no duda en llamar y enseguida le respondo.
Llamada.
—¿Para dónde vas?
—Iré a una fiesta. Karen me ha invitado —le informo.
—¿Ella va a estar contigo? —consulta.
—Es una fiesta, mamá, estaré con muchas personas —comento.
—Ya sabes la regla. Pero confío en Karen, es una buena mujer.
—Soy mayor de edad —camino hacia el espejo para volver a mirar mi outfit.
—¿Y? Soy tu madre. Así seas mayor de edad o te valgas por sí sola, siempre te voy a aconsejar. No meterme en tu vida, aconsejar —aclara.
—Dime.
—Solo te iba a decir que no bebas mucho, si tendrás sexo, usa protección y nada de sustancias extrañas, Vany.
—Si… —respondo esta vez examinando mi gloss rosa en el espejo—. Y no voy a tener sexo con nadie, solo iré a una fiesta —arrugo las cejas.
—Una nunca sabe. Diviértete, tu madre loca te ama.
Me rio fuerte.
—Tu hija normal, te ama.
—Buenas noches.
—Buenas noches —digo por último.
Justo cuando cuelgo la llamada, otra llamada entra en mi teléfono. Al ver el nombre de Karen, respondo.
Llamada.
—Buenas noches, Vany. Abajo esperan por ti, cariño.
—Voy.
Cuelgo la llamada.
Guardo mi teléfono en mi cartera de mano y salgo de la habitación. Después de bajar las escaleras y cruzar la sala, subo al ascensor y marco el piso y espero en silencio llegar al lobby.
Cuando las puertas del ascensor se abren, salgo y con pasos calmados recorro el lobby en dirección a las puertas principales. Luego de cruzar veo una camioneta plateada y sé que es la que está esperando por mí.
El chófer baja, abre una de las puertas traseras y me observa en silencio mientras me acerco.
—Buenas noches, señorita Cavendish.
Sonrío con los labios cerrados.
—Buenas noches —entro a la camioneta.
La puerta es cerrada dejándome en oscuridad, las luces de la ciudad entrando con suavidad y el agradable aire acondicionado. El chófer no pierde el tiempo en subir y acelera en dirección a esa celebración.
Saco mi teléfono para mirar mis redes sociales y los mensajes que han llegado. Entre esos un mensaje de mi tía Alisson.
Chat Alisson.
A: Si le vuelves a pedir dinero a Dante, expondré delante de todos que no eres su hija, niñita mimada. Déjanos en paz.
Aprieto mis dientes con rabia. Trago grueso y decido llamar. Pongo el teléfono en mi oreja y espero a que responda.
Llamada.
—¿Cuál es el problema? —respondo de inmediato.
—Seré su nueva esposa y no quiero que mi esposo tenga algo que ver contigo o tu madre.
—Para empezar no debiste meterte en la cama de tu cuñado, que por cierto tiene una hija. No es mi culpa que seas arrastrada, Alisson.
—¿Un millón de dólares, Savannah? —la escucho quejarse.
—Y es poco, Alisson.
—No vuelvas a pedir dinero.
—Estoy es con mi padre, no seas entrometida. Por lo que veo corrió a decírtelo.
—No es tu padre, Savannah. No lo molestes.
—Vete con tus mentiras a otra parte.
—Steven Thomas —dice con voz clara—. Pregúntele a tu madre quién es ¿O por qué crees que decidió no reclamar nada de su herencia como esposa? —cuelga la llamada.
Frunzo el ceño y quito el teléfono de mi oreja, para después guardarlo en mi cartera. No quiero pensar mal de mi madre, pero porque mi tía dice eso.
Pensativa y en silencio, miro por la ventanilla la noche activa esperando llegar a ese sitio. Sin embargo, después de media hora, la camioneta se detiene frente a un hotel cinco estrellas, y veo el rostro de Karen y su despampanante vestido azul rey largo. El chófer abre la puerta, bajo de la camioneta, y veo la amplia sonrisa de Karen recibirme.




































