Capítulo doscientos catorce

CANE

—Alguien probablemente encontró tu teléfono —digo, extendiéndole mi celular para que lo tome.

Su boca se tuerce y el teléfono sigue sonando. —Contéstalo —me dice Delilah—. Dile que no estamos aquí.

¿Él? ¿Quién?

—¿Dile? —frunzo el ceño, negando con la cabeza—. No estabas realmente en un m...

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