Capítulo trescientos cincuenta y tres

KENDALL

—Está bien— concedo, mi voz apenas un susurro en el espacio entre nosotros.

—Buena chica— dice con voz ronca, el músculo entre sus piernas golpeando contra sus calzoncillos tan intensamente que tengo que apartar la mirada cuando la punta de su miembro sobresale por encima de la banda e...

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