



Libro 1, CapĂtulo 1
(Quinn)
Anoche fue exactamente como lo habĂa esperado. Bueno, casi. La primera parte de la noche la pasĂ© con una morena de busto prominente cuyo nombre no puedo recordar. PodrĂa haber sido Cindy o Candy. Estoy bastante seguro de que empezaba con C.
Nos conocimos en una fiesta de cóctel organizada por uno de mis inversores. Trajes elegantes y mujeres con poca ropa en un yate. No es mi tipo de fiesta, pero voy donde está el dinero. Mi acompañante de la noche terminó besándose con alguien más, asà que encontré otra cita.
La morena de busto prominente fue muy audaz, lo que me atrajo, asà que la llevé a un camarote debajo de la cubierta. Su vestido tocó el suelo en el momento en que la puerta se cerró. No fue una sorpresa. Luego se arrodilló para desabrocharme el cinturón.
La tuve en cada superficie plana de la habitaciĂłn, en varias posiciones, hasta que quedĂł sin aliento y exhausta. Mientras me vestĂa, me entregĂł un papel con su nĂşmero, que tirĂ© en un montĂłn de basura al salir del yate. Ella más que cumpliĂł con lo que sus ojos me prometieron cuando me mirĂł horas antes.
La segunda parte de mi noche la pasĂ© en el gimnasio de mi penthouse para liberar algunas frustraciones y agotarme. Eso no funcionĂł, asĂ que me duchĂ©, me vestĂ para el club que frecuento, y luego me acostĂ© con dos rubias calientes en una habitaciĂłn privada. Los trĂos requieren esfuerzo y las dejĂ© más que satisfechas. Luego fui a casa y me desmayĂ© despuĂ©s de ducharme nuevamente.
El esfuerzo fĂsico ha sido mi distracciĂłn preferida durante años. SolĂa empezar mis mañanas con una carrera, pero algunas mañanas voy a este gimnasio fantástico que encontrĂ© cerca de mi penthouse. Artistas de Artes Marciales Mixtas de todo el mundo entrenan en este gimnasio. Conozco bien al dueño.
Tengo mi propio gimnasio, pero esta mañana quiero el bullicio de otras personas en el fondo para distraerme, asà que me dirijo al gimnasio para sudar. Pesadillas de mi pasado me despertaron esta mañana. Y ahora quiero distraerme.
Incluso despuĂ©s de años de terapia, me siguen los sueños en la mañana. Bueno, al menos en las mañanas que no caigo en la cama con alguien la noche anterior o por la extrema fatiga de no dormir durante dĂas. Los Ăşltimos años han mejorado, pero siempre estoy atormentado por mi tiempo como soldado.
DespuĂ©s de estacionar mi camioneta en la entrada, entro para empezar mi dĂa. Me registro con la recepcionista, quien me da una doble mirada como siempre. Sus ojos recorren toda mi piel expuesta mientras agarro mi bolsa de gimnasio del suelo y me dirijo al vestuario. Los tatuajes en mis brazos y pecho siempre llaman la atenciĂłn.
Tengo la insignia de los Rangers del EjĂ©rcito en mi bĂceps derecho. Un cerezo recorre el resto del brazo hasta la mitad del antebrazo. Ocultas entre las hojas hay pequeñas cruces con nombres y fechas. Nunca le digo a nadie que las nota para quĂ© son. En mi brazo izquierdo hay una manga completa de tatuajes de diferentes imágenes. La que más destaca es mi medalla de San Miguel.
Un único lirio tigre se encuentra en la base de la medalla con un nombre en escritura fluida dentro de los pétalos. Annora, la chica, ahora mujer, que marcó mi alma como suya para siempre. No quiero que me la devuelva. Puede quedarse con ella.
Me dirijo directamente al vestuario para guardar mi bolsa de gimnasio, luego saludo al dueño. Camino hacia las bolsas pesadas de boxeo. Me pongo un auricular y me pongo manos a la obra.
Para distraerme.
FuncionĂł durante una hora, pero luego los pensamientos sobre hacia dĂłnde me dirijo en la vida se cuelan en mi mente mientras le doy una paliza a la bolsa de boxeo. Me gusta donde estoy en mi vida profesional.
Lo que he hecho con mi dinero me ha hecho quien soy hoy. Eso y el apoyo incondicional de mi mejor amigo, quien ahora es mi socio comercial. Crecimos juntos, entramos al Ejército juntos, luego salimos para hacer algunas cosas buenas juntos.
Es mi vida personal la que se está acercando al punto de no retorno. Trabajar hasta que mi cerebro estĂ© cĂłmodamente entumecido, acostarme con una mujer diferente o dos cada noche, luego ir a casa a mi ático vacĂo. Es una existencia solitaria. Una que me impongo a mĂ mismo.
Aunque la vida que llevo ahora no es como esperaba cuando era adolescente. En ese entonces, nunca pensaba más allá de unos pocos dĂas a la vez. Al menos hasta que me enlistĂ© en el EjĂ©rcito para alejarme de mi padre y el fantasma de mi madre.
Pensé en salir con alguien, en serio, pero recuerdo cómo terminó mi última relación. Esa mierda no volverá a suceder. No salgo con mujeres. Las llevo a una cita, les doy un buen momento, luego las follo hasta que gritan mi nombre. Luego las dejo en sus camas para que se recuperen mientras yo me voy a casa.
A veces, cuando estoy sentado solo en la oscuridad de mi sala, pienso que soy un ser humano terrible. Lo que les hago a estas mujeres está mal, pero ellas saben a lo que se están apuntando cuando aceptan salir conmigo. Demonios, la mayorĂa de ellas prácticamente me ruega por atenciĂłn.
Sacudiendo la cabeza para despejarme, veo que he destruido la bolsa de boxeo. Me dirijo al vestuario para ducharme, luego dejo un cheque en el escritorio de Hollis por la bolsa. El viaje de regreso a mi ático es largo, pero despejará mi mente aún más.
Para cuando llego a la oficina, son casi las nueve de la mañana. Mi cabello negro y grueso está ligeramente desordenado, pero me gusta asĂ. Llevo un traje azul marino con una camisa blanca abotonada debajo, sin corbata.
Mi secretaria me saluda con una sonrisa, y no me pierdo la mirada de deseo en sus ojos.
—No pases mis llamadas hasta que Aaron llegue, luego mándalo a mi oficina.
—SĂ, señor.
Los Ăşltimos dĂas han sido agitados desde que comenzamos a investigar nuestra prĂłxima aventura. Hemos decidido comprar un hospital, pero el que queremos está en una seria crisis financiera. Tenemos un plan para superar eso, pero el dueño ha sido reacio a reunirse con nosotros. Con el tiempo, cederá. ÂżCuánto tiempo tomará para que el hombre se dĂ© cuenta de que posee un barco que se está hundiendo? Si tenemos suerte, el anciano enfrentará la realidad más temprano que tarde.
Miro por la ventana de mi oficina hacia los ascensores para ver si Aaron ya ha llegado. TodavĂa me alegra haber rediseñado la oficina cuando la comprĂ©. Ahora, todo el Ăşltimo piso del edificio me pertenece. Bueno, mĂo y de mi mejor amigo Aaron. G&C Enterprises es el nombre de nuestra empresa, un nombre que nos tomĂł alrededor de un año acordar, pero ha funcionado bien para nosotros durante los Ăşltimos cinco años.
—Bien, los miembros de la junta de Mercy General llamaron. Están dispuestos a sentarse para una reunión— dice Aaron mientras entra en mi oficina.
Aaron está vestido con un traje de rayas de color gris carbón, su cabello aún con ese corte militar que prefiere, y sus ojos marrones están mirando el archivo en mis manos. Sé lo que espera, pero no he decidido qué haremos si se niegan a vender.
Queremos comprar un hospital, uno que solĂa tener los programas de veteranos más prestigiosos de la costa oeste, pero que ha enfrentado tiempos difĂciles en los Ăşltimos años. G&C Enterprises posee y financia muchos programas para ayudar a los veteranos de guerra. Poseemos empresas de manufactura que se especializan en prĂłtesis para veteranos de combate. Empresas que se dedican a dar vivienda a aquellos veteranos que perdieron sus hogares mientras luchaban en guerras por su paĂs.
Cuando escuché el programa en Mercy General, supe que era el indicado.
Era el programa que buscábamos. Su programa solĂa recibir pacientes de todo el paĂs. Una vez fue considerado de primera lĂnea para ayudar a los veteranos heridos a regresar a sus vidas. Luego, el hospital hizo algunas inversiones terribles y comenzĂł a recortar fondos para el programa.
PensĂ© en solo financiar el programa, pero Aaron observĂł que tendrĂamos más control si simplemente comprábamos el hospital. AsĂ que aquĂ estoy mirando la carpeta en mi mano, aĂşn no listo para abrirla y ver los nĂşmeros que me mostrarán cuán mal está Mercy General financieramente. Nos dieron una copia de sus registros del Ăşltimo año, pero querĂa analizar más a fondo a cĂłmo gastaron su dinero.
—¿Está peor o mejor de lo que esperábamos?— pregunto a Aaron.
—Abre el archivo y descúbrelo— responde. Se sienta en una de las sillas mullidas frente a mi escritorio.
Gimo, luego hago lo que dice. Abro el archivo y reviso las páginas rápidamente. El hospital está peor de lo esperado. Con algunos cambios importantes, estoy seguro de que puede rejuvenecerse y volver a ser lo que solĂa ser. Lo que más me preocupa es el programa de veteranos. Algunos nĂşmeros en este archivo no coinciden con lo que originalmente nos dieron. Las discrepancias me alarman. Miles de dĂłlares que deberĂan al programa no fueron a donde dijeron.
ÂżAdĂłnde fueron?
Eso será algo que descubrir. Llamaré a mi amigo Mac. Es un investigador corporativo. Quiero saber qué ha estado pasando con esos fondos antes de comprar Mercy General. Quiero un libro de contabilidad limpio antes de avanzar.
—Llama a Mac, necesitamos que investigue estas discrepancias— le digo a Aaron mientras cierro el archivo.
—Ya estoy en eso. Le enviĂ© por correo electrĂłnico una copia de ambos archivos que nos dieron y le expliquĂ© nuestras preocupaciones. Se enfadĂł y dijo que investigarĂa más a fondo por nosotros. DeberĂa contactarnos hoy. Podemos empezar las conversaciones para comprar el hospital mientras esperamos su llamada— dice Aaron.
—¿Por qué siquiera me molesto en hacer sugerencias cuando siempre estás uno o dos pasos adelante de m�— le pregunto.
—Eso, tampoco lo entenderé nunca. Estarán aquà mañana a las dos de la tarde —dice. Luego se levanta de su asiento—. Voy a ir a buscar algo de almuerzo, luego podemos empezar a planear nuestra estrategia.
A veces mi mejor amigo me conoce mejor de lo que yo me conozco a mĂ mismo. Solo he permitido que otra persona se acerque tanto a mĂ. No, basta, no vayas por ese camino, me digo a mĂ mismo. Ahora no es el momento de recorrer el camino de la memoria. Tengo que preparar las notas de la reuniĂłn. ÂżQuiĂ©n habrĂa pensado que pasarĂa de ser un adolescente enojado a un soldado cansado de la guerra, y luego a un ejecutivo de negocios rico?
Nunca esperĂ© que mi vida resultara asĂ.
Espanto esos pensamientos de la cabeza cuando escucho el timbre del ascensor, señalando el regreso de Aaron con el almuerzo para nosotros. Recojo los archivos y mis notas y sigo a Aaron a su oficina. Discutimos nuestro plan de acción durante el almuerzo.
—¿Crees que los vamos a convencer para que vendan? —pregunta Aaron.
Para cualquier otra persona, él parece tranquilo, pero yo lo conozco bien. El movimiento de su pierna izquierda mientras golpea su pie debajo del escritorio. Está nervioso de que la junta del hospital decida no vender. Puedo entender su nerviosismo, ya que comparto los mismos pensamientos.
Hay mucho bien que podemos hacer por nuestros compañeros veteranos con esta adquisiciĂłn. SĂ, podrĂamos haber comprado solo el Programa de Veteranos. Sin embargo, Aaron tiene razĂłn. Tendremos mucho más control sobre lo que sucede con el programa si somos dueños del hospital. Hay una necesidad de reforma en la misma base de Mercy General.
Tienen un problema de flujo de efectivo con más dinero saliendo que entrando. Tal como están las cosas ahora, apenas podrán mantenerse abiertos el resto del año si no se hace algo ahora. Aaron y yo tenemos un plan de acción para poner las cosas en el camino correcto para Mercy General. Desafortunadamente, todo depende de un anciano, su hijo y el resto de la junta directiva. Espero que Mac encuentre algo que nos dé una carta ganadora. Tengo la sensación de que hay más en las finanzas de Mercy General de lo que incluso el anciano sabe.
—Creo que Mac encontrará algo que podamos usar para persuadirlos a nuestro favor.
—¿Qué te hace pensar eso?
—La salida de fondos va más allá de lo que deberĂa para un hospital de ese tamaño. Con todos los programas que opera, deberĂan estar bien en nĂşmeros negros. Sin mencionar la cantidad de eventos benĂ©ficos que tienen al año para recaudar fondos para esos programas. El dinero está yendo a algĂşn lugar donde no deberĂa.
—Pensé lo mismo cuando leà el informe. Estaba pensando en usar ese pensamiento en la reunión para hacerles abrir los ojos.
—No, esperemos esa carta hasta que escuchemos de Mac. Quiero pruebas concretas de mi teorĂa antes de usarla contra ellos.
Sacudo mi cabeza riĂ©ndome de un chiste que Aaron hace sobre los ancianos ricos. Pasamos el resto de la mañana repasando nuestro plan de acciĂłn. Refinamos nuestras notas, objetivos y prioridades iniciales. Ninguno de nosotros sabe lo primero sobre dirigir un hospital. Conocemos gente que sĂ, que está dispuesta a ayudarnos si la venta se concreta.
Por favor, que la suerte sea la mĂa.