



CapĂtulo 6- Te amo.
Cinco años después…
—Asher, suĂ©ltalo —gritĂ©, corriendo tras mi hijo de cinco años que estaba lleno de energĂa—. Por favor, cariño —dije sin aliento, persiguiĂ©ndolo fuera de la casa y hacia el amplio jardĂn trasero. ÂżCĂłmo iba a atraparlo ahora?—. Asher, por favor suelta las tijeras, podrĂan hacerte daño.
—No por mucho tiempo, mamá —gritĂł y corriĂł hacia la lĂnea de árboles. El pavor me invadiĂł cuando intentĂł correr hacia el bosque.
—¡Asher, no! Hay monstruos aterradores ahà —usando mi velocidad de lobo esta vez, logré alcanzarlo y quitarle el objeto afilado de las manos. Lo levanté y lo coloqué en mi cadera antes de mirarlo a sus ojos verdes claros que tanto me recordaban a su padre—. Prométeme, Asher, que nunca entrarás solo en ese bosque.
Sus ojos comenzaron a brillar y su labio inferior se sobresaliĂł. Genial, ahora quiere llorar—. Lo prometo, mamá, no entrarĂ© ahĂ, nunca jamás —me dio un beso baboso en la mejilla y yo hice lo mismo con Ă©l.
—Te creo —le sonreĂ y comencĂ© a alejarme de la lĂnea de árboles. MirĂ© hacia atrás varias veces, observando con cautela el bosque. ÂżPor quĂ© sentĂa que me estaban observando? ÂżEstaba paranoica? No es que alguien pudiera culparme, ya que habĂa habido mĂşltiples avistamientos de renegados en los Ăşltimos meses. Los renegados aĂşn no habĂan atacado a nadie, pero cada vez era más difĂcil mantener la calma; era solo cuestiĂłn de tiempo antes de que lo hicieran...
EmpujĂ© la puerta trasera y me deslicĂ© adentro, asegurándome de cerrarla firmemente antes de colocar a Asher en el suelo. Era extremadamente pesado para su edad, asĂ que realmente me dolĂa cada vez que tenĂa que cargarlo por mucho tiempo. Eso se debĂa a mi dĂ©bil sangre Omega y sus fuertes genes Alfa.
Justo cuando estaba guardando las tijeras en el gabinete, escuché la puerta principal abrirse y una sonrisa apareció inmediatamente en mi rostro.
—¡Papá! —gritĂł Asher mientras corrĂa fuera de la cocina para encontrarse con el hombre del que me habĂa enamorado con los años. SĂ, sabĂa que Ă©l no era el padre de Asher y Ă©l tambiĂ©n lo sabĂa, pero cuando Asher decidiĂł referirse a Ă©l como su padre, decidimos no detenerlo. DespuĂ©s de todo, era la Ăşnica figura masculina que podĂa llenar ese rol perfectamente.
Seguà a Asher hasta la sala de estar y mi sonrisa se hizo más amplia cuando lo vi lanzarse sobre Brennon con entusiasmo.
—Te extrañé, amigo —dijo Brennon mientras cargaba a Asher—. Vaya, chico grande, ¿qué te ha estado dando de comer tu mamá? —rió. Nuestros ojos se encontraron por un breve segundo—. Yo también te extrañé, amor —me acerqué a él, rodeé su cuello con mis brazos y le di un beso sensual en los labios.
—Te extrañé. La Ăşltima semana habĂa sido muy difĂcil para mĂ, especialmente porque Brennon habĂa estado fuera por "asuntos de la manada"; habĂa estado reuniendo aliados para la guerra inminente con los renegados—. ÂżCĂłmo fue tu viaje? —le preguntĂ© mientras colocaba a Asher de nuevo en el suelo.
—Realmente, sin incidentes. La mayorĂa de los otros Alfas me dieron la espalda, pero finalmente conseguĂ un Alfa dispuesto a ayudar. Aunque, fui muy reacio a acudir a Ă©l, ya que es un poco... complicado, pero aceptĂł ayudar y necesito toda la ayuda que pueda conseguir —tomĂł mi mano y me llevĂł a la sala antes de sentarnos en el sofá y acercarme a Ă©l.
—Estoy segura de que podrás manejarlo, creo en ti —mi mano fue a su barbilla y acariciĂ© la ligera barba que tenĂa—. Necesitas afeitarte —señalĂ©. No tenĂa problema con que se dejara barba, pero Ă©l la odiaba; decĂa que era rasposa e incĂłmoda.
Suspiró y se levantó del sofá—. Tal vez cuando volvamos de la casa de la manada —lo miré confundida—. Olvidé mencionarlo, el Alfa está aquà y ha exigido una audiencia con la manada.
—¿Puede hacer eso? —preguntĂ©, levantándome tambiĂ©n. Este Alfa parecĂa un imbĂ©cil por lo poco que habĂa escuchado.
—Técnicamente, no, pero tengo que mantenerme en su lado bueno para asegurar nuestra alianza —dijo—. Tiene los números y la fuerza para ayudarnos a deshacernos de estos renegados.
—¿AsĂ que soportarĂas a un completo imbĂ©cil solo por eso? —levantĂ© una ceja y crucĂ© los brazos sobre mi pecho.
—Por favor, no me juzgues, Brea. Soy un hombre desesperado en busca de ayuda y esta es la Ăşnica manera. Por favor, intenta ser amable con el Alfa, nos está haciendo un gran favor —notĂ© que aĂşn no habĂa dicho el nombre del Alfa, aunque no creĂa que importara.
—¿CĂłmo se llama el Alfa? —algo me decĂa que no me lo iba a decir, y eso se confirmĂł cuando tomĂł mi mano y me mirĂł a los ojos con una expresiĂłn solemne.
—No puedo decĂrtelo, al menos no todavĂa. Pero puedes conocerlo tĂş misma —asentĂ en señal de comprensiĂłn. Brennon nunca me ocultaba secretos, pero si lo hacĂa, era porque habĂa jurado por su vida a la persona que no lo dirĂa, y eso lo respetaba de Ă©l.
—¡Asher, ponte los zapatos, vamos a salir! —grité, esperando que me escuchara desde donde estuviera en la casa. Cinco minutos después, bajó corriendo las escaleras y nos dirigimos a la casa de la manada.
A medida que nos acercábamos al edificio, mi lobo se volviĂł inquieto, lo cual era extraño ya que normalmente estaba dormido a menos que lo invocara. Pronto, yo misma me sentĂ extremadamente incĂłmoda y no habĂa duda de que Brennon lo habĂa notado.
—¿Estás bien, cariño? —preguntĂł, poniĂ©ndose frente a mĂ.
—Estoy bien —dije rápidamente. Él levantĂł las cejas y suspirĂ©, sabiendo que tenĂa que decirle la verdad—. No lo sĂ©, Bren, mi lobo está inquieto; nunca es asĂ y eso me hace sentir incĂłmoda.
—¿Quieres regresar? —mi cerebro me decĂa 'sĂ', pero una pequeña parte de mi corazĂłn gritaba '¡no!' una y otra vez, pero Âżpor quĂ©?
—No —le di un pequeño beso en la mejilla—. EstarĂ© bien —me encogĂ de hombros y continuamos el corto trayecto. Una vez que entramos en la casa, un aroma familiar y distante que habĂa sido solo un recuerdo llegĂł a mi nariz: madera de pino y piña dulce. ¡Mierda! —Pensándolo bien, creo que me irĂ© a casa —¡Santo cielo!
Brennon me mirĂł confundido y estaba cien por ciento segura de que el pavor estaba claramente escrito en mi rostro.
—¿Está todo bien? —No querĂa mentirle, pero no tenĂa otra opciĂłn, Âżo sĂ?
Era demasiado tarde para decidir eso, ya que el aroma se acercaba y se volvĂa insoportable. Estaba a punto de salir corriendo cuando un fuerte gruñido sacudiĂł la habitaciĂłn.
—¡Brea! —sus ojos verdes brillaban intensamente y me recordaban tanto a los ojos de mi hijo. Honestamente, habĂa encontrado la manera de volverse diez veces más guapo e irresistible con los años y dolĂa mirarlo, especialmente con Addilyn, Keelan y el resto de mis acosadores de la infancia detrás de Ă©l.
Me escondà rápidamente detrás de Brennon, esperando que me ofreciera algún tipo de protección.
—Brennon, ayuda —susurré, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura desde atrás.
—¿Qué pasa, cariño? —sujetó mis brazos con firmeza—. ¿Conoces al Alfa del que te hablaba? Bueno, te presento al Alfa Jax Montero...
Sentà a Jax acercándose a nosotros y traté de liberarme del agarre de Brennon. ¿Era posible que el suelo se abriera y me tragara entera?
—Creo que ya nos conocemos, Âżverdad, Brea? —esa voz, esa molesta y dulce voz que hacĂa maravillas en mi cuerpo. El odio que sentĂa por esa voz era indescriptible.
Brennon se girĂł para mirarme con una expresiĂłn de confusiĂłn en su rostro.
—¿Se conocĂan antes? —DecidĂ quedarme callada y girĂ© la cabeza hacia el otro lado. No querĂa que viera las lágrimas en mis ojos ni la decepciĂłn en los suyos al darse cuenta de lo que estaba pasando.
—Por supuesto que sĂ, y no aprecio que hayas mantenido a una miembro de mi manada en la tuya durante tanto tiempo —aquĂ estaba—. Ahora, es de tu mejor interĂ©s entregarme a mi compañera de inmediato.
Me derretĂ, lo juro. No esperaba que dijera eso frente a todos, especialmente no frente a los miembros de mi antigua manada.
PodĂa sentir la ira emanando de la espalda de Brennon y sabĂa dentro de mĂ que gran parte de esa ira estaba dirigida hacia mĂ, pero tambiĂ©n hacia Jax. SoltĂł un fuerte gruñido y me acercĂł más a Ă©l.
—¿AsĂ que eres el bastardo que la hizo pasar por el infierno? —acusĂł Brennon—. ¡No! No voy a dejarla ir, no como tĂş lo hiciste porque la amo y ella me ama a mĂ.
Jax se rió, el imbécil se rió como el idiota que era.
—Me resulta hilarante cĂłmo te haces creer eso. Todos sabemos que Brea nunca tendrĂa ojos para ningĂşn otro hombre que no fuera yo —dijo eso con tanta confianza que resultaba nauseabundo.
—No, no le creas, Brennon. Te amo a ti, no a Ă©l —encontrĂ© la fuerza y el valor para dejar su espalda y enfrentarme a Ă©l—. Te amo —bajĂ© su cabeza y le di un largo y reconfortante beso en los labios, pero algo dentro de mĂ me decĂa que no solo lo estaba tranquilizando a Ă©l, sino tambiĂ©n a mĂ misma. Estaba tratando de asegurarme de que amaba a Brennon y que la apariciĂłn de Jax no iba a cambiar nada.
Mientras besaba a Brennon, un fuerte gruñido vibró en la habitación y fui arrastrada lejos de él en un instante. Mil chispas eléctricas recorrieron mi cuerpo y casi me desmayé allà mismo. Su toque era abrumador en el mejor sentido posible y tuve que contenerme para no lanzarme sobre él en ese momento.
—Keelan, Henry, sujeten al Alfa Brennon hasta que regrese.
—¿Estás loco? Mis miembros de la manada están aquĂ, estás empezando una guerra —gritĂł Brennon mientras Jax me arrastraba—. Suelta a mi novia, maldito bastardo. Algo me decĂa que Brennon no estaba lo suficientemente enojado porque, si lo estuviera, derribar a un Beta y a un Gamma entusiasta no habrĂa sido un problema para Ă©l. Esa era una de las debilidades de Brennon, solo mostraba su verdadera fuerza cuando estaba genuinamente enojado. ÂżSignificaba esto que no estaba enojado porque Jax me estaba arrastrando?
Nos llevĂł al salĂłn, que convenientemente estaba vacĂo en ese momento exacto, y soltĂł mi brazo, dejándome anhelar su toque instantáneamente, pero no iba a dejar que Ă©l lo supiera. DecidĂ que a partir de ese momento, ya no actuarĂa como esa niña asustada que una vez fui. HabĂa cambiado y las cosas eran diferentes ahora.
—Quiero volver con Brennon —crucĂ© los brazos sobre mi pecho y levantĂ© la cabeza con orgullo. Él ya habĂa visto suficiente de mi lado dĂ©bil.
Él inclinó la cabeza hacia un lado, sus ojos brillando con diversión.
—Bueno, no te estoy reteniendo, Brea —señaló, y me sentà tan estúpida por no haber intentado siquiera escapar. Estaba a punto de irme cuando me jaló de nuevo y noté su repentino cambio de humor.
—¡Eres mĂa! —me gritĂł con una mueca en su hermoso rostro.
—No era tuya cuando me rechazaste esa mañana —intentĂ© imitar su expresiĂłn, pero fallĂ© miserablemente. Él esbozĂł una pequeña sonrisa, su mueca desapareciendo mientras cerraba la distancia entre nosotros y colocaba su mano en mi cintura, haciendo que un escalofrĂo recorriera mi columna.
—Siempre fuiste mĂa, Brea —me acercĂł más a Ă©l y enterrĂł su cabeza en mi cuello, inhalando mi aroma y desafiando mi espacio personal—. Y siempre serás mĂa. SentĂ sus dientes rozando mi omĂłplato; iba a marcarme y no tenĂa la fuerza de voluntad para detenerlo...
—¡Mami! —la voz de mi hijo me sacĂł de mi trance intoxicado y di un paso rápido lejos del hombre que siempre habĂa sido un extraño para mĂ. RecogĂ a mi niño en mis brazos y lo coloquĂ© en mi cadera antes de mirar nuevamente al hombre. TenĂa una expresiĂłn de shock en su rostro mientras parpadeaba vigorosamente.
—¿Es...?
—¿Nuestro? Sà —querĂa mentirle, decirle que el niño en mis brazos no era suyo, tal vez asĂ sentirĂa el mismo dolor que yo sentĂ el dĂa que me rechazĂł...