Capítulo 138

El sentimiento de la arena cálida entre mis dedos, la vasta extensión del océano y las risas desenfrenadas de nuestros hijos. Esto era un paraíso puro y sin adulterar. Los últimos meses habían sido una tormenta implacable, pero ahora, la calma había llegado de verdad.

Kenzie y yo pasábamos nuestras...

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