Capítulo 9 Un ex calificado debería estar casi muerto

Regina sostenía su teléfono, mirando de reojo a Douglas. Él estaba sentado casualmente, observándola en silencio. Aunque su expresión era tranquila, Regina se sentía un poco nerviosa.

—Regina, ¿dónde estás? Ha pasado un mes. Ya deberías haberlo superado, ¿no? —La voz impaciente de Philip llevaba un tono de arrogancia. Era como si su llamada fuera un favor por el que ella debería estar agradecida.

Regina no quería perder más tiempo con él, pero sentía que algunas cosas necesitaban ser aclaradas.

Así que, con calma, dijo:

—Philip, lo nuestro se acabó. Y no es asunto tuyo dónde estoy.

Philip encendió un cigarrillo, dio una calada y luego exhaló el humo. Después de una breve pausa, habló:

—Regina, solo sigue el juego. Puedo proporcionarte todo lo que desees —insistió.

Regina encontró su proposición tanto irritante como absurda.

—¿Alguna vez has oído el dicho de que un buen ex es como un fantasma: silencioso e invisible? La mejor manera de mostrar respeto es no entrometerse —replicó.

Por un momento, Philip sintió como si estuviera alucinando.

—¿Me tratas como si estuviera muerto? —preguntó, incrédulo.

Regina pensó: «Exactamente, en mi corazón, ya te he enterrado hace tiempo». La ira de Philip se encendió. Una extraña emoción surgió en él, como una piedra alojada en su pecho. Philip sabía que no había mejor sustituta que Regina.

Pensó: «Puede que nunca encuentre a otra como ella». Durante el mes en que Regina desapareció, Philip intentó contactarla, pero ella lo bloqueó. Esto era una novedad. Philip sintió un dolor de cabeza acercándose. Aplastó el cigarrillo en el cenicero y dijo:

—Regina, no te excedas.

Pensó: «Ella no puede terminarlo antes que yo, de ninguna manera».

Regina no solía ser de mal genio, o más bien, no le gustaba la sensación de perder el control de sus emociones. Pero sabía que la ira no resolvería nada.

—Esto se acabó de verdad —dijo, colgando y apagando su teléfono. Miró a Douglas sentado en el sofá, organizando sus palabras en su mente.

Pero antes de que pudiera hablar, Douglas preguntó:

—¿Era tu ex?

—No estoy muy segura de si siquiera cuenta como mi ex —respondió.

Douglas controló sus emociones y dijo casualmente:

—¿Qué quieres decir?

—Nuestra relación solo era conocida por sus amigos. Quizás a sus ojos, yo solo era una...

Douglas miró a Regina, su mirada profunda y turbulenta. Sus ojos la detuvieron de menospreciarse a sí misma.

—Es tarde. Te vendría bien descansar primero —dijo.

Regina pensó: «Nuestro matrimonio es contractual. No necesita preocuparse por mi pasado. Su indiferencia es simplemente porque no me ama».

—Buenas noches —dijo Regina, caminando tranquilamente hacia el dormitorio. Se acostó en la cama, cerrando los ojos. La ropa de cama azul oscuro, aunque nueva, siempre llevaba el aroma de Douglas. En este lugar desconocido, el sueño de Regina fue inquieto. Lo que la perturbó aún más fue un sueño, un sueño de aquella noche, una noche de deseo y vergüenza.

Previous Chapter
Next Chapter