Capítulo 131 Albert, no te arrepientas

La sala de estar estaba iluminada, con suelos de mármol gris claro que reflejaban las luces, fríos pero deslumbrantes.

Albert agarró el pomo de la puerta, mirando a David afuera, quien se parecía mucho a él, sintiéndose impaciente.

—¿Cómo me encontraste? —gruñó Albert.

David entregó unos document...

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