



CapĂtulo 7
Alina
El ritmo de la respiraciĂłn de Darius y las suaves ondulaciones de su columna mientras corre me mantienen alerta durante todo nuestro viaje; sin ellos, podrĂa haber sucumbido al sueño como un cachorro en su espalda. El calor del cuerpo del Lycan macho y su aroma reconfortante me brindan una sensaciĂłn de tranquilidad que nunca antes habĂa conocido.
Sin embargo, también estå el maldito hecho de su pelaje, que sigue haciéndome cosquillas. Trato de no pensar en ello, o terminaré apretando su cintura con mis piernas otra vez.
Los ĂĄrboles se desdibujan a nuestro alrededor mientras pasamos, pero saber que estoy en el Bosque Oscuro de nuevo despuĂ©s de tantos años despierta viejos recuerdos que pensĂ© que habĂa perdido.
Incluso con mis ojos enfocados en el camino por delante, mi mente me lleva a algĂșn lugar entre los troncos antiguos, donde una humilde cabaña albergaba a una pareja de Lycans y su pequeña hija, que no podĂa alejarse demasiado de la propiedad porque los riesgos de perderse durante su tiempo de juego solitario eran enormes.
Nos detenemos unas cuantas veces para que Darius pueda descansar sus piernas y ambos podamos comer. Gracias a la Madre Lunar, me deja usar sus pantalones, pero necesito doblar la tela para que no sea demasiado larga. También cambio mi propio vendaje. La herida duele menos, y ahora entiendo cómo sucedió. Una vez que mis huesos se reacomodaron al volver a la forma humana, no tengo fracturas sino mås bien una fea perforación en la carne.
La carne de venado se acaba rĂĄpidamente porque Darius necesita mĂĄs comida que yo, ya que solo estoy siendo llevada en su espalda. Ahora estĂĄ royendo las costillas del venado mientras yo me siento en un tronco caĂdo, disfrutando de las tiras de carne que cortĂł para mĂ con sus garras.
Una vez que termino de comer, miro al Lycan macho e intento encontrar rastros de su forma humana en su cuerpo lupino.
Aparte de su pelaje negro y sus ojos amarillos, si ignoro el aroma de Darius (lo cual es bastante difĂcil, he notado durante el tiempo que hemos pasado juntos), es algo desafiante reconocerlo en esa criatura hĂbrida entre hombre y lobo. Aunque ambas formas llevan la misma imagen de poder y magnificencia, la forma de lobo de Darius es mucho mĂĄs grande y fuerte, y no puedo concebir la idea de que yo sea la culpable de la herida en su brazo.
âÂżQuĂ© estĂĄs mirando, niña? âpregunta, y me doy cuenta de que lo he estado mirando por demasiado tiempoâ. No voy a roer tus piernas, si es lo que estĂĄs pensando.
Mis mejillas se calientan. AĂșn no me acostumbro a cĂłmo la voz de Darius se vuelve mĂĄs profunda y resonante mientras estĂĄ en su forma de lobo. Es como si las palabras vinieran del centro de su pecho, y no de sus cuerdas vocales.
âSolo estaba... pensando en tu brazo ârespondoâ. Has estado corriendo durante horas, y aĂșn me llevas en tu espalda. ÂżNo es malo para la herida?
Darius tiene ojos muy expresivos, asĂ que puedo ver signos de sorpresa en su rostro lupino.
âSoy resistente al dolor. Es una herida bastante fea, pero no es nada grave. âDarius deja caer las costillas del venado y mira su brazo vendado, que tuvo que envolver con un nuevo vendaje porque el anterior se rompiĂł cuando cambiĂł de formaâ. Por cierto, debo felicitarte por eso.
Debo haber hecho una cara graciosa porque Darius suelta una suave risa que hace que sus hombros se sacudan. Nunca asociarĂa esa reacciĂłn con una criatura de su tamaño.
âSoy el Rey Lycan de Norden porque mi padre fue asesinado en un golpe de estado. Su hermano liderĂł una rebeliĂłn, pero recuperĂ© el reino cuando le arranquĂ© las entrañas a mi tĂo y desterrĂ© a todos sus simpatizantes de mi territorio âexplica Darius, y siento que mi estĂłmago se revuelveâ. Fue una pelea dura, pero no pudo hacerme daño, a pesar de ser mĂĄs experimentado. Desde entonces, no he perdido una sola pelea.
âY aĂșn no has perdido... Me dejaste inconsciente.
âSĂ, pero Âża quĂ© costo? âLas comisuras de la boca lupina de Darius se levantan, formando una sonrisa insana mientras sus ojos amarillos se fijan completamente en mĂ. Nunca imaginĂ© que los lobos pudieran sonreĂr asĂ, mirar a alguien asĂ. Para ser honesta, no creo que puedanâ. Fue la primera vez que alguien logrĂł herirme de verdad, niña. DejarĂĄ una hermosa cicatriz. La atesorarĂ© mucho.
Darius continĂșa mirĂĄndome con esa sonrisa llena de dientes. El aire a nuestro alrededor parece volverse mĂĄs pesado, como si el bosque quisiera transmitir un mensaje de peligro, aunque nada indique que estamos bajo amenaza.
âBueno... lo siento de todos modos âbajo la cabezaâ. No querĂa hacerte daño. No querĂa hacerle daño a nadie... nunca.
Cuando el peso del aire se aligera, Darius responde:
âSĂ© que no querĂas hacerlo, niña. La vida aislada que te obligaron a vivir en Agares es la verdadera culpable de tu... um... problema. AsĂ que deja de pensar que estĂĄs maldita. Eso es lo que te metieron en la cabeza. âHace una pausaâ. Hay algo muy extraño en esta historia... ÂżLlegaste a conocer a Ulric?
Suelto un suspiro. Me deslizo del tronco y abrazo mis rodillas.
âRara vez iba al centro del reino, ya que el OrĂĄculo de la Diosa me proporcionaba todo lo que necesitaba. Pero a veces tenĂamos breves conversaciones durante esos encuentros, y recuerdo que ella decĂa que el Rey Ulric apenas salĂa de su palacio. Pero lo vi... una vez.
Por el rabillo del ojo, veo a Darius acercĂĄndose lentamente a mĂ. Viene a cuatro patas, con la cabeza baja y los hombros tensos.
âÂżY es un buen o mal recuerdo? âpregunta en un tono bajo.
â... Un mal recuerdo.
Darius me estudia durante varios segundos.
âEntonces no necesitas contĂĄrmelo ahora mismo.
Me siento aliviada.
âGracias...
No quiero pensar mås en ese reino, ni en mi Ceremonia de Unión, ni en nada relacionado con el lugar y las personas que dejé atrås.
Darius se acuesta con la cabeza apoyada en sus brazos cruzados y continĂșa mirĂĄndome.
âEl asunto es que, como nadie te ayudĂł con tu forma de lobo, eres susceptible a dejarte llevar por emociones fuertes y los instintos que surgen cuando la luna llena estĂĄ en el cielo.
EstĂĄ tan cerca que me siento tentada a dejar que mis manos se deslicen por el pelaje negro de su cabeza, pero me contengo y me concentro en matar algo de curiosidad.
âÂżHay muchos... hombres lobo en Norden?
âSĂ. Deambulan libremente allĂ porque nada les impide ser quienes son.
âÂżY tienen... el mismo problema que yo?
Darius sacude la cabeza de lado a lado de una manera algo adorable.
âAlgunos menos que otros, pero no es nada que no se pueda resolver con el entrenamiento adecuado.
Mi corazĂłn comienza a latir mĂĄs fuerte cuando un pensamiento explota en mi mente.
âEntonces... Âżhay una soluciĂłn para mĂ?
Los expresivos ojos amarillos de Darius parecen reflejar mi emociĂłn.
âSĂ, la hay. Es solo cuestiĂłn de dedicarse al entrenamiento.
âÂżY cĂłmo se hace eso?
âEl hombre lobo debe aprender a encontrar el equilibrio con su lado lobo, alternando entre la forma humana y la de lobo bajo la supervisiĂłn de uno o mĂĄs Lycans y sometiĂ©ndose a pruebas. No hay secreto. Es algo que incluso se puede hacer en casa.
âÂżPero quĂ© pasa con los riesgos de accidentes?
âSon mĂnimos.
âNo cuando se trata de mĂ... âApoyo mi cabeza contra el tronco detrĂĄs de mĂâ. Creo que soy un caso perdido. Ni siquiera puedo cambiar a mi voluntad.
Darius resopla y levanta su gran cabeza.
âÂżNo puedes? ÂżAlguna vez has intentado hacerlo?
âPor supuesto que sĂ. âCierro los ojosâ. Nunca sucede.
No vi el momento en que Darius se acercĂł con su hocico. Cuando me doy cuenta y abro los ojos, su aliento cĂĄlido ya estĂĄ calentando mi rostro, su nariz negra a solo unos centĂmetros de la mĂa.
Abro los ojos y mi corazĂłn se acelera.
âÂżRealmente lo has intentado? âpreguntaâ. ÂżO tienes miedo de intentarlo?
Verlo tan cerca me congela el estĂłmago. SĂ© que Darius no me harĂĄ daño (si quisiera, lo habrĂa hecho hace mucho tiempo), pero la locura en sus ojos es tan intensa...
âYo... âLas palabras simplemente no salen.
âIntĂ©ntalo ahora, niña. âDarius me sorprende con esta loca sugerenciaâ. Intenta mostrarme tu forma de lobo otra vez.
âD-Darius, no puedo...
Sus ojos parecen buscar en mi alma a la bestia hambrienta dentro de mĂ. El olor a sangre en su boca solo añade a la naturaleza angustiante de esta situaciĂłn. Y lo extraño es... Âżme gusta?
âTienes miedo âconcluye lo obvio, y no puedo refutarlo. Darius no retrocedeâ. Muy bien. Acabo de tomar una decisiĂłn.
âÂżD-deberĂa preocuparme? Tomas algunas decisiones impulsivas...
âTal vez... âDarius sonrĂe de nuevo, pasando su lengua por sus afilados colmillos blancosâ. He decidido que quiero entrenarte, niña, y voy a darte tu primera prueba ahora mismo.