Capítulo cuarenta y cuatro: Nuestro propio cuento de hadas

Jake

No era una mentira. No puedo pensar ni recordar a una mujer o un tiempo antes de Ava. Sentir su piel sobre la mía, escuchar su latido y estar envuelto en su aroma era el puro cielo.

La forma en que su cuerpo reacciona al mío es inimaginable. Es más que sexo. Claro, este es el mejor sexo de mi v...

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