¿Las manos de todos?

—¿Cuándo fue la última vez que te pegó?

—Esta semana —susurró, sus ojos recorriendo su rostro—, pero no fue en las piernas. Hay un reclinatorio en su oficina. Mamá estaba allí y me golpeó en la espalda con una pala ancha envuelta en una tela gruesa. No deja marcas en la piel como lo hace el látigo...

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