Treinta y nueve

Salté del sofá, mis pies se dirigieron rápidamente hacia la puerta principal donde la perra tuvo el descaro de regresar. No sabía si eran las hormonas o el recuerdo de lo que había hecho la última vez que la vi, pero esta vez mi fiera estaba al acecho, y solo ver su carita falsa me hacía hervir de r...

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