Capítulo veintisiete

Cuando llegamos de vuelta a su casa, él me jala apresuradamente a través de la puerta principal. Dios, ¿qué le pasa?

Una vez que la puerta está cerrada, se gira hacia mí, respirando profundamente. "No puedo más." Dice en voz baja, mirándome con sus manos enredadas en su cabello. Se ve tan estresado...

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