PERO, LA MALDAD NO DUERME

NARRADOR

Las luces parpadeantes del pasillo iluminaron los ojos de Dorian, quien despertó sobresaltado cuando uno de los guardias golpeó con su macana los barrotes de la celda.

—¡Evans! Levántese, tiene una visita.

Dorian se incorporó lentamente; moverse con agilidad aún era un desafío. Las sec...

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