Hasta la esperanza duele

No sé cuánto tiempo pasó desde que vi su cuerpo conectado a esas máquinas. Quizás fueron segundos, minutos, o una eternidad completa. El reloj del hospital colgado en la sala no se movía, o tal vez era yo la que había dejado de percibir el tiempo. Solo escuchaba el pitido constante del monitor q...

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