Una extraña

Me temblaban las manos.

No era por el frío del hospital, ni por el cansancio que arrastraba desde que parí a Axel. Era miedo. Miedo real, paralizante, seco. De ese que se mete entre las costillas y oprime sin piedad. De ese que te susurra al oído lo peor:

“No va a reconocerte. No te ama. Todo s...

Login to Unlock ChaptersPromotion