Perfume, silencio y una puerta abierta

El jueves llegué una vez más a la casita de María. La «casita mágica», como le decíamos con Clara. Y otra vez, cuando crucé la puerta, me dieron de frente esos aromas que la llenaban.

Como los del taller de Rogelio: con cuerpo, con alma, casi tangibles. Fue hermoso volver a verlo, fue genial presen...

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