Cuando dos se vuelven cuatro

Tenía a mi mujer durmiendo encima de mí cuando me desperté. Me gustaba el título: mi mujer. Peleó tanto contra eso y de pronto lo era y ya no había dudas.

Me moví para alcanzar el reloj de la mesa de noche y se quejó, molesta.

—Buenos días —la saludé.

—Hola…

—¿Cómo te sientes?

—Bien —estiró los...

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