



Capítulo 6.- El registró.
Valentina
Esto quedaría para la historia, ya tenía algo bueno que contarles a sus hijos cuando nacieran, así fuera en mil años luz, pero sucedería.
—Listo señorita, ha quedado registrada oficialmente en nuestra universidad. Esta es la copia que te prometí de tus resultados, también la he enviado al correo por si se te llega a perder; este es el número de residencia que tienes asignada a partir de ahora y por los próximos años que formes parte de esta universidad.
Mis lagrimas están a nada de salir a la vista, agradecía con toda mi alma lo que estaba sucediendo, era como si viviera en un sueño del que no quiero despertar.
—Como eres nuestra mejor estudiante de nuevo ingreso, la universidad te ha otorgado una residencia para ti solita, así que aprovéchala al máximo y disfruta la comodidad de estar sola después de tanto ruido en clases.
— ¿De verdad? —pregunte todavía incrédula. Al parecer la suerte me empezaba a sonreír poco a poco después de tanto esperar.
— ¡Claro! Si me esperas cinco minutos te puedo llevar personalmente a conocerla, estoy a punto de salir a mi hora de descanso y no me gusta comer sola. Por cierto, me llamo Aracely Camacho, pero me puedes decir Ara, Ara para las amigas —dijo mientras estiraba su mano para saludarme.
— ¡Oh! Muchas gracias que linda eres. Por supuesto que me encantaría que me acompañaras Ara, tú también puedes decirme Vale por favor —argumente sonriendo. —Gracias por todo, te espero a fuera en lo que terminas tus actividades, mientras daré una vuelta por aquí cerca para ir adaptándome, solo espero no perderme, no se me da mucho eso de las ubicaciones.
—Perfecto Vale. Ahora nos vemos.
Mis ojos se llenaron de lágrimas tan pronto salí de las oficinas con toda la documentación en mano, si tan solo mi querida madre me tratara de esa manera, las cosas podían ser diferente, pero se empeñaba en compararme con mis hermanos o con las hijas de sus amigas haciéndome sentir como un gusano en medio de un nido de pájaros.
A mis veinte años era la pregunta que se repetía más de una vez, tal vez algún día obtuviera respuesta; aunque que ya me había acostumbrado a mi madre y su forma de ser.
En el tiempo previsto, Aracely salió a su descanso dispuesta a llevar a su nueva amiga a su residencia estudiantil, a pesar de no agradarle mucho las jóvenes que llegaban a estudiar en la universidad. Valentina le pareció una chica agradable y sincera con sus emociones, por lo que no dudo en brindarle su amistad desde que la vio entrar en las oficinas.
No tardo en visualizarla sentada debajo de un árbol, observando todo lo que pasaba delante de ella, como si de un nuevo mundo se tratara. Algo extraño para una persona de su edad.
— ¿Interrumpo? —dijo Aracely con voz suave para no espantarla, aunque Valentina se sobresaltó y casi cae del lugar donde se encontraba sentada esperándola.
— ¡Oh! No, no, para nada Ara. Estaba esperándote, pero me distraje viendo la diversidad de árboles que hay en el campus ¡Son verdaderamente hermosos, creo que nunca me cansare de sentarme aquí y mirar este hermoso paisa que nos regala la naturaleza!
—Sin duda son hermosos, es una de las cosas que más me agradan de trabajar en esta universidad, pero espera a ver los talleres de tu especialidad, entonces si quedaras sin habla por algunas horas.
— ¿En serio? No puedo creer que exista algo más bello que lo que ven mis ojos ahorita, de seguro estas exagerando para que no me sienta mal en mi primer día.
—Sí, sin duda son mágicos.
— ¡Ya quiero verlos! Siempre me ha gustado todo lo relacionado con la naturaleza.
—Será mejor que nos apuremos para llegar a las residencias estudiantiles, si nos alcanza el tiempo te daré un pequeño tour personalizado que nadie ha tenido por años.
Como niño que le acaban de dar el mejor de los dulces, Valentina empezó a brincar de emoción, jalando a su nueva amiga con ella. Afortunadamente, la universidad se encontraba despejada, si alguien las viera de esa forma dirían que eran dos locas escapadas del manicomio apunto de hacer una nueva travesura.
Caminaron hasta donde se encontraba el coche de Valentina para tomar sus cosas y llevarlas a la residencia asignada, como era una chica sencilla, nada de lo que tenía rallaba en lo ostentoso, tampoco en lo exagerado, para ella mantener al margen de los reflectores era lo mejor que podía hacer siempre.
El camino se hizo ameno por la agradable compañía de ambas, parecían dos personas que se conocían de muchos años. Las residencias se encontraban en un lugar exclusivo dentro de la misma universidad, permitiéndoles a los alumnos tener privacidad en sus vidas; estaban separados conforme a las necesidades de cada persona e iban desde los más exclusivos y lujosos, hasta los que eran compartidos hasta por tres personas. Todo dependía de cuanto pudieras pagar por ellos y las excentricidades de los chicos.