Su oscuridad

Rygan era implacable con sus embestidas; apenas podía contener el gemido que escapaba de sus labios con cada empuje en su entrada.

El momento en que sintió sus paredes doloridas alrededor de su miembro, fue como un pacto eterno, y su corazón y alma se firmaron a ella. —¡Elise, hngh, te sientes in...

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