Una concubina para el CEO virgen.

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Capítulo 34 34.

La puerta se abrió de repente. La luz del corredor invadió el lugar. Amaranta dejó caer su teléfono, agarrado por el sollozo, asustada por la repentina intromisión, pero pudo ver los ojos ambarinos de Bastian que la observaban desde afuera.

—Te estaba buscando —dijo—. Me dijeron que habías entrado...

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